Qué ganas tenía de ti, viernes. La noche, Sharif en los cascos de fondo, una copa, un boli y papel.
Eres un viernes noche como cualquier otro, pero éste me resultas liberador. Tras duras y cansadas semanas de trabajo, ya necesitaba descansar. No ver la alarma. Disfrutar del fin de semana haciendo NADA.
Hoy realmente te necesitaba. He tenido unos días agotadores que me han hecho pensar demasiado: Dejar el trabajo, alejarme de personas, el cómo cojones afrontar adversidades...
Y como no soy de reventarme los nudillos contra la pared, me destrozo el alma en el papel.
Es mucho más doloroso, pero necesario.
Y tenía tantas ganas de ti que ahora que te tengo no sé qué hacer contigo. Qué injusta es la vida. Nos pasamos el tiempo deseando algo y, cuando lo tenemos, no lo sabemos aprovechar, valorar, cuidar...
No lo sabemos mantener. Hasta que se esfuma. Y vienen las lágrimas. "Debí haber hecho...", "tenía que..." Pero ya sólo queda el sollozo y secarse las lágrimas. Lo perdimos.
Esto sirve para todo: Personas, objetos, momentos, lugares.
Solamente hay que recordar que nunca NADA dura para siempre.
Aprovéchalo.
Vive cada minuto como si fuera el último.
Disfruta. Vive. Yo el consejo lo doy de puta madre pero sigo perdiendo oportunidades a cada minuto por miedo o inseguridad.
Qué fácil es decir 'lánzate al vacío', pero qué difícil es dar ese paso.
He perdido demasiado sin llegar a tenerlo siquiera. Menuda putada...
Cuántas películas he formado en mi cabeza que se han perdido por no tener a mano una cámara para grabarla.
Si pierdes algo que sea tras haberlo degustado, saborea cada instante. Lucha contra tus miedos, hazte más grande, más fuerte, más feliz.
Vive al límite sin haberte dejado nada de lo que arrepentirte.
Haz todo aquello que yo no fui capaz.
Haz que cada viernes de llanto sea un sábado más de locura y desfase.
Sé todo lo que hasta ahora no has sido.