domingo, 30 de diciembre de 2018

Puzzle

Me desgarro la voz y el alma. 
Grito a los cuatro vientos, pero el soplido huracanado ahoga mis palabras. 
Escribo ocho folios. Rompo siete y el octavo, donde me sincero y digo que te quiero, lo quemo por miedo.
Como si la fuerza de mi voz o la tinta escrita en mi bloc te hiciera regresar.
Miro al cielo y yo que me creía de hielo, me rompo. Estallo en mil cachitos. 
Ya no queda nada de ese muro infranqueable, que resulta que estaba hecho de material barato. Claro, tanto golpear, rato tras rato, se rompe. 

Intenta reconstruirme, te reto. Soy como un puzzle; incompleto.
Hay una pieza rota por medio, creo que es mi corazón. 
Falta otro puñado de piezas por encajar, es la parte de arriba, la de mi ilusión.
Así que de mi ya sólo quedan cuatro sollozos, tres palabrotas, dos maldiciones y una súplica.

Podrías probar a mirar tras el cristal de mis gafas, probablemente escondan unos ojos rojos acompañados de un alma gris y unas ojeras que amenazan con no quererse ir.
¿Acaso mi mirada te parece de felicidad?
Un intento de sonrisa, una muesca fingida y a ti, que lo notas, eso te vale.
Pero, ¿qué importa la apariencia?
Puedo ser mister universo que eso no va a montar el puzzle de mi interior.
Soy como esa fortaleza que años tras años ha resistido bombas, pero desde el interior en unas horas lo hicieron arder y caer.
No quedan más que ruinas.
Tú fuíste mi guerra.
Saqué la bandera blanca de la rendición, pero tenía una puta maldición: me había enamorado de la madrastra de Blancanieves y te empeñaste en llevarte y destrozar mi corazón. Cada paso que te alejabas, él dejaba de latir.
Por suerte el cazador se apiadó. Me ayudó a levantarme y a huir.
Tocado, pero no hundido.
Intento recomponerme pero joder, siguen faltando piezas del puzzle.
El reloj del Big Ben, a falta de la pieza central de las manecillas.
El puente de Washington, con un agujero en medio.
El cuadro de Mona Lisa, a falta de un ojo.
La novena sinfonía de Beethoven con una nota musical menos.
Como Roma sin sus ruinas.
El faro de Alejandría, sin su luz.
La balanza inclinada entre alma frágil como el cristal y apariencia dura como espartanos.
Todo son puzzles incompletos.
Como yo sin tus manos.

lunes, 15 de octubre de 2018

Sombras y luces

He visto en cuestión de segundos cómo el sol me cegaba y de repente daba paso a la oscuridad más absoluta.
Todo gracias a una nube.
He visto en cuestión de segundos descomponerse mi sonrisa y dar paso a lágrimas inundando mis mejillas.
Fuiste mi nube.
Efímera.
En un abrir y cerrar de ojos apareciste inmensa en el cielo, nublándolo todo.
Maldita tú y tu extraño poder de ser, para mi, todo lo que quisieras; pasaste de ser la nube a ser el sol. Y eras tú quien parecía ir tras las nubes. Por alguna extraña razón, como si quisieras ocultarte de mi.
Justo la nube desapareció. Me pilló de imprevisto, mirándola, y quedé cegado por el sol.
No sé a qué jugabas.
Pero irónicamente, esa ceguera me hizo abrir los ojos.
Si podías ser tan intermitente de aparecer y desaparecer de mi vida, no te quiero en ella.
Descubrí que podía usar gafas, mirar hacia arriba de reojo al sol y poder seguir caminando. O simplemente, por la sombra si no estás ahí arriba iluminándome.
Puedes ser una nube, el sol, la luna o un pañuelo sobre mis ojos. Podrás impedirme ver, pero no sentir.
Vete o quédate. Sea como sea, yo quiero seguir mi camino, sea entre luces o entre sombras.

martes, 1 de mayo de 2018

Coraza de acero XVII

<SANDRA>

Ella se despertó primero. Notaba en su espalda el latido tranquilo de su corazón pegado a ella y la respiración profunda y rítmica le hacía saber que aún dormía. Tras un buen día, lleno de pequeños pasos de positivismo, la mañana era estupenda. Brillaba el sol colándose tímidamente entre las rendijas de la persiana. Los pajarillos alegres con su cántico le daban los buenos días. Y su suegra parecía adivinar que tenía hambre. Podía oler procedente de la cocina el aroma de churros y chocolate. 

Se giró sobre sí misma, quedando cara a cara con Jose. No quería despertarlo. Todo lo que pudiera descansar le iba a venir bien. 
Sonriendo mientras le miraba salió lentamente de la cama y tras lavarse la cara avanzó hasta donde estaban a punto de terminar de desayunar la madre y hermana de él. 

-¡Buenos días! - Saludó con energía. 
- Holaaa. - Virginia fue escueta, no quería ser demasiado maleducada mientras masticaba.
-Buenos días nena. ¿Has dormido bien? - María, la madre se interesó mientras se levantaba de la mesa recogiendo su desayuno. - Jose imagino que seguirá dormido, ¿no? 
-Sí, no he querido despertarlo, sé lo mucho que necesita descansar y recuperarse. 
-Si, mucho mejor así. Ya se levantará. Ahí hay preparados churros para los dos y chocolate. Aún está algo caliente. Tú come y no lo esperes, que no se enfríe más. - Le hizo una seña para que se acercara a ella alejándose un poco de Virginia.  - Gracias por haberle hecho salir del hospital y del día que le hiciste pasar ayer. Hacer que se despeje de esa manera y se evada lo necesitaba. Y cuidarse un poco, que estaba hecho un asco. Y yo también, la verdad, me tenía demasiado preocupada. Esa manera suya de entregarse y de culparse... ay, pero es demasiado cabezón. Te dejo aquí con Virginia que yo tengo que irme a trabajar. ¡Estás en tu casa! 
-No tienes que agradecerme nada María, de verdad. Se lo que estaréis pasando y no podía hacer otra cosa. Que te sea leve el día y gracias. - Le sonrió despidiéndose de ella.

Le hizo caso, cogió chocolate y se dispuso a desayunar, no tenía pensado esperarlo, no con ese hambre en el que la tripa casi podía rugirle. Mientras se sentaba habló con Virginia. 
-¿Qué tal? Buen provecho, aunque llego un poco tarde, que casi has acabado jaja. 
-Jajaja graciaas. Un poco resacosa pero bien, todo controlado. ¿Y mi hermano como está?
-Ayer estuvimos juntos todo el día, le obligué prácticamente a salir del hospital y la verdad que hicimos mil cosas. Necesitaba distraerse y ver más color que el blanco del hospital, y me costó, pero incluso le vi reírse. No sé cuánto tiempo hacía que no reía de verdad. 
-Ayyyy, me alegro que mejore. Estaba súper decaído... Mi madre en especial está rota por dentro solo de verlo así. 
-Sí, muy decaído y culpándose, torturándose todo lo que podía y más.
-Espero que después de ayer y con un poco de alegría en el cuerpo pueda verlo ahora todo de otra manera. 
-Oye, ¿puedo preguntarte algo? Aunque igual es meterme donde no me llaman...
-Bueno pregunta, a ver si puedo ayudarte. 
-¿Qué pasó realmente con tu hermano y mi prima? 
-A ver... - Virginia suspiró, sabiendo que era un tema peligroso. - No sé mucho al respecto, es algo de lo que no habla. De hecho él solo decía que era por la distancia. Restaba importancia y no mencionaba nada al respecto. Pero cuando nos vimos en el centro comercial los tres, yo sabía que erais primas. Se lo dije y palideció. Se puso bastante mal y me lo contó. Que de la noche a la mañana desapareció de su vida y unos días después dejó de existir rastro de ella. Móvil, redes sociales... no había nada.
-Igual que me explicó a mi... ¿Qué crees que habrá pasado? 
-No lo sé Sandra. Tú lo conoces mejor en el ámbito sentimental. ¿Crees que él pudo haberla cagado de alguna manera? ¿Algo que no se reflejara en el momento pero ella luego se lo replantease. Que sin saberlo tuviera esa repercusión. 
-Pero chica, si es un amor. Está atento a todo y cuida hasta el mínimo detalle. Lo mira todo por mi antes que por él. No creo que sea eso. Que puede ser, ¿eh? pero... me cuesta pensarlo.
-Eh, ahora voy a meterme yo donde no me llaman ya que estamos en una charla íntima de cuñadas. ¿Qué te pasa a ti con tu prima? Se que no tiene sentido, ni quieres, ni tendrías por qué, pero siendo familia, podrías contactar de alguna manera con ella o algo y que pudieran hablar. Él a lo mejor merece mínimo una respuesta. Joder, qué locura, que a tu novio le hagas hablar con su ex, se me va la cabeza. Olvídalo.
-Uffff. Realmente, si te dijera que lo sé, te mentiría. También te digo que dudo mucho ser capaz si quiera de poder hacer eso que dices. Con este odio influido, el ponerla de alguna manera en manos de él, me eriza la piel. Pero quién sabe. Quizás más adelante, si supiera que definitivamente él la tiene olvidada o superado, que estamos bien juntos y nada nos va a derrumbar, podría hacerlo. Pero como te digo, ni yo misma sé que pasó entre nosotras. Digamos que es cosa de familia, que un día todo explotó.

-Que no, que no te preocupes. Que no pasa nada, de verdad. - La voz de Jose acercándose interrumpió su charla. En una mirada cómplice ellas se dijeron guardar silencio y no mencionar nada de lo hablado. - En un rato te veo. ¡Hola chicas! ¿Cómo estáis?
-Buenos días nene - Sandra le saludó con una risilla un tanto nerviosa y él le besó la mejilla.
-¿Qué tal hermanita, me has dejado desayuno o con la resaca has arrasado? - También le besó la mejilla. Se le notaba contento. - Hablaba con Miriam. Le he dicho que iría ahora, aunque quería quedarse más. Pero es cuando los médicos empiezan a pasar, quiero estar por si hay novedades. ¿Te apetece pasarte y te vuelves a casa con Miriam o te llevo yo?
-Voy contigo, a ver qué carita tiene hoy. - Sandra lo veía demasiado contento como para querer separarse de él. Quería disfrutar más de esa energía positiva, que metido en el hospital no se sabe cuánto podría durar. 
-Pues me he levantado con un buen presentimiento. No sé. Deduzco que va a ser un buen día.

El sol brillaba con fuerza y eso aún les hacía más felices y hacer el camino sonriente, hablando de todo y nada. De temas intrascendentes. Como cualquier pareja, pese a ir dirección al hospital. Caminaban juntos por la entrada, Sandra más despistada sin saber por dónde era, miraba los letreros mientras él escribía a sus amigos que estaba ahí y que si había noticias se lo haría saber, como cualquier otro día. Giraron una esquina con ella algo ligeramente adelantada y se dió de bruces contra una señora mayor acompañada de una chica, más o menos de su edad según su apariencia. 
-¡Abuela! - Alzó la voz, sorprendida. ¡¿Qué haces tú aquí?! ¿Qué te pasa?
-Hola cariño. Estoy bien, no es por mi. Vengo acompañando a...

Jose apareció detrás justo en ese mismo momento. Parándose en seco, quedándose su rostro blanco y terminando la frase de esa señora, con la voz más rota que pudiera haber tenido. 
-Sara...

lunes, 16 de abril de 2018

Coraza de acero XVI


Jose ya se conocía el pasillo de la planta de hospital de punta a punta. Conocía el número exacto de baldosas, de puertas de habitaciones, los números de la máquina expendedora de KitKat, Haribo ositos y del Monster. Conocía el nombre de todos los médicos que había y que habían pasado a visitar a Luis. También el de cada enfermera, incluso aquella joven que parecía intentar ligar con Jose en cada ocasión, sin importarle lo destrozado que estaba y el estado de su amigo. Aún así, él sonreía vagamente e ignoraba sus intentos.

Uno por uno iban pasando por allí sus amigos. Sandra y Virginia eran las que más estaban allí con él, pero sobretodo intentando que fuera a casa, que se duchase y durmiera en su cama.
Pero él de allí no salía junto a los padres de Luis.

Lo cierto es que su aspecto dejaba mucho que desear desde que ingresaron a su amigo. Había perdido algo de peso, se le notaba incluso en la cara. Tenía la barba más poblada y desarreglada de lo que acostumbraba y las ojeras no abandonaban su cara. Los dolores de espalda de dormir en la incómoda silla lo estaban matando.
Pero lo que más le hacía sufrir eran sus heridas internas, las del alma y la culpa.

Viéndolo bastante mal, ya tras días allí, Miriam y Sandra lo harían salir sin permitir un no. Miriam se quedaría todo el día y la noche acompañando a la madre de Luis, tal y como él hacía, no iba a tener ocasión de estar ahí.
Sandra lo llevó a casa, le obligó a ducharse, afeitarse y comerse un enorme plato de arroz con pollo, el plato estrella de su madre. Pasearon, tomaron café. Sandra fue un apoyo enorme, especialmente ese día. No se separó de él y no dejó de intentar hacerlo reír hasta que lo logró.
Por la tarde, ya llegando la noche, estuvieron en casa de él, necesitaba el descanso y el calor de su hogar. Estuvieron viendo Netflix, hasta que él se durmió. Ella no lo hizo, se limitó a quedarse abrazada, acariciándole y pensando en la suerte que tenía de haberse cruzado con él y por qué extraño motivo su prima lo habría perdido. No tenía mucho sentido. Más bien ninguno. Pensó que quizá la distancia hizo que ella le sustituyera por no poderse ver. Por celos. Cualquiera tendría celos teniéndole a él y no estando cerca. No porque él diera motivos para desconfiar. Es que quien le conociese, estaría deseando tener algo con él. Entre posibles quizás y pensando en lo caprichoso que es el destino de ‘haberle arrebatado’ el chico a su odiada prima, el sueño fue venciéndola. Su último pensamiento fue… ‘Realmente… ¿qué pasó entre mi prima y yo? Ni tan si quiera lo recuerdo.’

miércoles, 10 de enero de 2018

Un caos controlado

Lo jodido de vivir tantos cambios es que realmente no sabes si has dejado de ser tú, o realmente eres el tú actual y el pasado solo era un personaje de ficción.
Solo puedo afirmar, sea el de antes o el de ahora, que soy un jodido caos.
Y me da rabia, pero no pienso cambiar.
No puedo, ni quiero.


Hace poco me pidieron definirme, contar sobre mi. Y no supe, pero me salió esto: "Puedo parecer ser muy fácil de manejar y entender, pero en mi mente soy todo caos, y tremendamente difícil en todos los sentidos."

Y qué cierto es. Si se me ve desde fuera sólo soy un tío sin más, del montón, que no aparenta tener su verdadera edad, si no menos, y que no hace más que reírse y no sabe estar serio. Alguien que se pasa el día pegado a su teléfono móvil, que pocas veces sale, y menos aún de fiesta. Un rarito. ¿A esto es a lo que algunos denominan "friki"?

Pero te reto a mirar dentro de mi cabeza y no volar en ese huracán, a no estamparte contra los lienzos que dibujo mentalmente. A no caer desde el precipicio de mi mirada. A no romperte los huesos contra mi coraza. Mi tremendamente frágil coraza, si sabes golpear el punto exacto, claro...
Te reto a no deslizarte ante las venas heladas que guían a mi corazón, a ver entre las tinieblas de mi pecho.

Poca gente sabe de mi realmente, salvo lo que quiero que sepáis. Creedme, puedo estar llorando, que si me apetece, tu pensarás que estoy en una orgía. Aprended que un 'jajaja' no significa 'estoy bien'. Aprended a ver a la gente más allá de lo que parecen, que juzgar está demasiado visto ya, pero nadie aprende. 

La suerte es que soy un caos controlado. Se explotar para adentro, comerme toda la expansión y la intensidad, y seguir adelante, aunque tambalee. Porque lo hago más a menudo de lo que me gustaría reconocer. 
La vida no es fácil, para unos más que para otros, pero nunca lo es. Pero nadie dijo que lo fuera, está hecha para los valientes. Y otra cosa quizá no, pero cojones me sobran.


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