martes, 1 de mayo de 2018

Coraza de acero XVII

<SANDRA>

Ella se despertó primero. Notaba en su espalda el latido tranquilo de su corazón pegado a ella y la respiración profunda y rítmica le hacía saber que aún dormía. Tras un buen día, lleno de pequeños pasos de positivismo, la mañana era estupenda. Brillaba el sol colándose tímidamente entre las rendijas de la persiana. Los pajarillos alegres con su cántico le daban los buenos días. Y su suegra parecía adivinar que tenía hambre. Podía oler procedente de la cocina el aroma de churros y chocolate. 

Se giró sobre sí misma, quedando cara a cara con Jose. No quería despertarlo. Todo lo que pudiera descansar le iba a venir bien. 
Sonriendo mientras le miraba salió lentamente de la cama y tras lavarse la cara avanzó hasta donde estaban a punto de terminar de desayunar la madre y hermana de él. 

-¡Buenos días! - Saludó con energía. 
- Holaaa. - Virginia fue escueta, no quería ser demasiado maleducada mientras masticaba.
-Buenos días nena. ¿Has dormido bien? - María, la madre se interesó mientras se levantaba de la mesa recogiendo su desayuno. - Jose imagino que seguirá dormido, ¿no? 
-Sí, no he querido despertarlo, sé lo mucho que necesita descansar y recuperarse. 
-Si, mucho mejor así. Ya se levantará. Ahí hay preparados churros para los dos y chocolate. Aún está algo caliente. Tú come y no lo esperes, que no se enfríe más. - Le hizo una seña para que se acercara a ella alejándose un poco de Virginia.  - Gracias por haberle hecho salir del hospital y del día que le hiciste pasar ayer. Hacer que se despeje de esa manera y se evada lo necesitaba. Y cuidarse un poco, que estaba hecho un asco. Y yo también, la verdad, me tenía demasiado preocupada. Esa manera suya de entregarse y de culparse... ay, pero es demasiado cabezón. Te dejo aquí con Virginia que yo tengo que irme a trabajar. ¡Estás en tu casa! 
-No tienes que agradecerme nada María, de verdad. Se lo que estaréis pasando y no podía hacer otra cosa. Que te sea leve el día y gracias. - Le sonrió despidiéndose de ella.

Le hizo caso, cogió chocolate y se dispuso a desayunar, no tenía pensado esperarlo, no con ese hambre en el que la tripa casi podía rugirle. Mientras se sentaba habló con Virginia. 
-¿Qué tal? Buen provecho, aunque llego un poco tarde, que casi has acabado jaja. 
-Jajaja graciaas. Un poco resacosa pero bien, todo controlado. ¿Y mi hermano como está?
-Ayer estuvimos juntos todo el día, le obligué prácticamente a salir del hospital y la verdad que hicimos mil cosas. Necesitaba distraerse y ver más color que el blanco del hospital, y me costó, pero incluso le vi reírse. No sé cuánto tiempo hacía que no reía de verdad. 
-Ayyyy, me alegro que mejore. Estaba súper decaído... Mi madre en especial está rota por dentro solo de verlo así. 
-Sí, muy decaído y culpándose, torturándose todo lo que podía y más.
-Espero que después de ayer y con un poco de alegría en el cuerpo pueda verlo ahora todo de otra manera. 
-Oye, ¿puedo preguntarte algo? Aunque igual es meterme donde no me llaman...
-Bueno pregunta, a ver si puedo ayudarte. 
-¿Qué pasó realmente con tu hermano y mi prima? 
-A ver... - Virginia suspiró, sabiendo que era un tema peligroso. - No sé mucho al respecto, es algo de lo que no habla. De hecho él solo decía que era por la distancia. Restaba importancia y no mencionaba nada al respecto. Pero cuando nos vimos en el centro comercial los tres, yo sabía que erais primas. Se lo dije y palideció. Se puso bastante mal y me lo contó. Que de la noche a la mañana desapareció de su vida y unos días después dejó de existir rastro de ella. Móvil, redes sociales... no había nada.
-Igual que me explicó a mi... ¿Qué crees que habrá pasado? 
-No lo sé Sandra. Tú lo conoces mejor en el ámbito sentimental. ¿Crees que él pudo haberla cagado de alguna manera? ¿Algo que no se reflejara en el momento pero ella luego se lo replantease. Que sin saberlo tuviera esa repercusión. 
-Pero chica, si es un amor. Está atento a todo y cuida hasta el mínimo detalle. Lo mira todo por mi antes que por él. No creo que sea eso. Que puede ser, ¿eh? pero... me cuesta pensarlo.
-Eh, ahora voy a meterme yo donde no me llaman ya que estamos en una charla íntima de cuñadas. ¿Qué te pasa a ti con tu prima? Se que no tiene sentido, ni quieres, ni tendrías por qué, pero siendo familia, podrías contactar de alguna manera con ella o algo y que pudieran hablar. Él a lo mejor merece mínimo una respuesta. Joder, qué locura, que a tu novio le hagas hablar con su ex, se me va la cabeza. Olvídalo.
-Uffff. Realmente, si te dijera que lo sé, te mentiría. También te digo que dudo mucho ser capaz si quiera de poder hacer eso que dices. Con este odio influido, el ponerla de alguna manera en manos de él, me eriza la piel. Pero quién sabe. Quizás más adelante, si supiera que definitivamente él la tiene olvidada o superado, que estamos bien juntos y nada nos va a derrumbar, podría hacerlo. Pero como te digo, ni yo misma sé que pasó entre nosotras. Digamos que es cosa de familia, que un día todo explotó.

-Que no, que no te preocupes. Que no pasa nada, de verdad. - La voz de Jose acercándose interrumpió su charla. En una mirada cómplice ellas se dijeron guardar silencio y no mencionar nada de lo hablado. - En un rato te veo. ¡Hola chicas! ¿Cómo estáis?
-Buenos días nene - Sandra le saludó con una risilla un tanto nerviosa y él le besó la mejilla.
-¿Qué tal hermanita, me has dejado desayuno o con la resaca has arrasado? - También le besó la mejilla. Se le notaba contento. - Hablaba con Miriam. Le he dicho que iría ahora, aunque quería quedarse más. Pero es cuando los médicos empiezan a pasar, quiero estar por si hay novedades. ¿Te apetece pasarte y te vuelves a casa con Miriam o te llevo yo?
-Voy contigo, a ver qué carita tiene hoy. - Sandra lo veía demasiado contento como para querer separarse de él. Quería disfrutar más de esa energía positiva, que metido en el hospital no se sabe cuánto podría durar. 
-Pues me he levantado con un buen presentimiento. No sé. Deduzco que va a ser un buen día.

El sol brillaba con fuerza y eso aún les hacía más felices y hacer el camino sonriente, hablando de todo y nada. De temas intrascendentes. Como cualquier pareja, pese a ir dirección al hospital. Caminaban juntos por la entrada, Sandra más despistada sin saber por dónde era, miraba los letreros mientras él escribía a sus amigos que estaba ahí y que si había noticias se lo haría saber, como cualquier otro día. Giraron una esquina con ella algo ligeramente adelantada y se dió de bruces contra una señora mayor acompañada de una chica, más o menos de su edad según su apariencia. 
-¡Abuela! - Alzó la voz, sorprendida. ¡¿Qué haces tú aquí?! ¿Qué te pasa?
-Hola cariño. Estoy bien, no es por mi. Vengo acompañando a...

Jose apareció detrás justo en ese mismo momento. Parándose en seco, quedándose su rostro blanco y terminando la frase de esa señora, con la voz más rota que pudiera haber tenido. 
-Sara...

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