He visto en cuestión de segundos cómo el sol me cegaba y de repente daba paso a la oscuridad más absoluta.
Todo gracias a una nube.
He visto en cuestión de segundos descomponerse mi sonrisa y dar paso a lágrimas inundando mis mejillas.
Fuiste mi nube.
Efímera.
En un abrir y cerrar de ojos apareciste inmensa en el cielo, nublándolo todo.
Maldita tú y tu extraño poder de ser, para mi, todo lo que quisieras; pasaste de ser la nube a ser el sol. Y eras tú quien parecía ir tras las nubes. Por alguna extraña razón, como si quisieras ocultarte de mi.
Justo la nube desapareció. Me pilló de imprevisto, mirándola, y quedé cegado por el sol.
No sé a qué jugabas.
Pero irónicamente, esa ceguera me hizo abrir los ojos.
Si podías ser tan intermitente de aparecer y desaparecer de mi vida, no te quiero en ella.
Descubrí que podía usar gafas, mirar hacia arriba de reojo al sol y poder seguir caminando. O simplemente, por la sombra si no estás ahí arriba iluminándome.
Puedes ser una nube, el sol, la luna o un pañuelo sobre mis ojos. Podrás impedirme ver, pero no sentir.
Vete o quédate. Sea como sea, yo quiero seguir mi camino, sea entre luces o entre sombras.
lunes, 15 de octubre de 2018
Sombras y luces
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