jueves, 16 de abril de 2020

Enjaulado

Es inevitable mirarte y no sentir lástima. Fíjate... Tan lleno de vida, con toda una eternidad por delante, tan bonito, con tantas ganas de explorar. Con todo aún por investigar, por descubrir tus propias capacidades. 
Deberías poder admirar ese plumaje tan colorido, que tanta pena da ver cómo se desentiende de ti, cuando alarmado revoloteas entre los barrotes, cayendo lentamente, zigzagueando en el aire camino al suelo pluma tras pluma. 
Y pensar que, con tu habilidad para volar no puedas surcar los mares...
No puedas atravesar un arcoíris, no puedas empaparte bajo la lluvia. Que no puedas ir de aquí para allá cada día y en cambio, tengas que ver cada día la misma jaula. 
La misma mano cada día alimentándote de lo mismo, cuando tú mismo podrías conseguir tu alimento, picotear de un lugar y de otro, una pipa, una migaja de pan, lo que encuentres, lo que te plazca. 
Tener que beber del mismo agua en un minúsculo bebedero y no hundir tu pico en un charco, en el reguero de una maceta o las gotitas que caen de sus hojas, o de un lago viendo tu reflejo, si quisieras. 
En cierta medida, pequeño pajarillo, soy un poco tú. Atrapado en mis cuatro paredes. A veces físicas, a veces, las que me encierran mentalmente.
Limitado, casi sin poder dar besos o abrazos por miedo, por ausencia. Confinado, sin poder huír. 

Veo el tiempo volar ante mis narices. 
Días que pasan: su amanecer, su atardecer, su anochecer... Sé que transcurre porque avanza el reloj, pero mi corazón ha pasado todo el día en la sombra. Tanta luz afuera y ni un rayito es capaz de iluminar mi alma en épocas tan sombrías. 
Veo oportunidades que se marchan, otras, que nunca llegarán.
Veo gente partir sin poder apretar su mano. Sin un adiós. Tan rápido, tan duro.
Lágrimas que nacen y mueren en mi rostro, porque nadie las puede secar.
Se me escapan sonrisas sin que nadie me las pueda morder.  Otras sonrisas mueren de pena, de ver que no son valoradas.

Por muy rodeados que estemos, a veces, nos sentimos más solos que nunca.

Te entiendo demasiado cuando estás ahí dentro, pajarillo. 
El mundo es muy grande pero a veces también me siento enjaulado. Y es inevitable...

La vida pasa, me pesa. A menudo me consume demasiado rápido, tanto que no da tiempo ni de ser feliz. 
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