Una historia un tanto singular...
No existe el principio ni tampoco el final.
Ilustración realizada por @jaaviRA |
Esta no es la típica historia donde al final se encuentra el amor, viven juntos y felices y superan todas las tragedias.
Eso es fantasía y no existe.
Esto es diferente pero a la vez es algo común.
No trata de mi ni de ti. Trata de alguien anónimo que podemos ser todos.
No es nadie y lo es todo.
De la nada ahí estaba; existía, eso está claro. Era alguien real, justo lo que siempre soñó ser. Tenía más de dieciocho años pero menos de veinticinco. Ni él mismo sabía su edad. ¿Cómo hacerlo si acababa de aparecer? Acababa de sentirse vivo. Irónicamente, nació en un baño , viendo su reflejo en el espejo, difuminado y escondido tras el vapor de agua.
No recordaba nada de su pasado. ¿Y si no tenía?
Pero es imposible. Alguien debía reconocerlo. Algo sobre él debía haber escrito. Pero sólo estas palabras le mencionan.
El espejo empañado se iba aclarando. Pudo ver unos ojos casi verdes que pasaban desapercibidos para la gran parte de personas. Pestañeó.
Otro lugar.
Un parque, con risas, caladas y espeso humo. Palabras a medio recitar, poca estabilidad, tan poca que alguien se cayó. Risas. Y golpes. Golpes de entre cinco a uno. Alguien de color paseando por el lugar equivocado y en el momento menos idóneo. Asquerosa esa gente, esas mentalidades. Esa reacción al fumar.
No. Ese no era su lugar. Cerró los ojos con fuerza, deseando marcharse de allí.
Un sofá. Amigos. Risas. Y nada más.
Tranquilidad.
Descubrió que no era de estar tirado en la calle. Le gustaba los planes de relax.
De pestañeo en pestañeo descubrió que no era dado a las drogas. No bebía alcohol, más que alguna cerveza algún sábado. Había conocido al amor, pero más veces al desamor. Recibió abrazos inesperados y frías dagas hundirse en su espalda. Ayudas negadas, alegrías. Palabras no merecidas. Palabras más que merecidas.
Enhorabuenas y bofetadas.
Recibió con los brazos abiertos altas horas de la madrugada y con lágrimas en los ojos las primeras luces del alba.
Conocía bastantes cosas sobre él mismo, pero no su inicio.
Es conocedor del amor, pero le falta la chispa que le haga arder.
Una mano para contar a los suyos.
Una vida para contar a los de mentira.
Desconoce su futuro. ¿Amor, seguro? Quién sabe si hijos.
¿Superará los treinta? Ojalá con ciento uno y dando guerra.
Desea un coche, una casa, escribir un libro, una mente lúcida. Trabajo y dinero. No pasar hambre y viajar. Poder soñar y volar.
Desearía no sentir jamás dolor, pero no es tan iluso.
Quiere una felicidad plena. Risas y amigos, mínimo hasta una veintena.
Pero desconoce su futuro. No hay fin. Porque no está escrito.
Este podría ser yo. Podrías ser tú.
Coge un boli y ponle tu nombre.
Pero no escribas el final. Sólo sal a vivirlo.
Que venga lo que deba venir, afróntalo.
Pero sobretodo... Vive.
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