lunes, 3 de febrero de 2020

En la misma calle

No sé si odiarte. 
No sé si aplaudirte, por esa valía. 
Aunque siempre he tenido un dilema, ¿valentía o cobardía? 
Conociéndote como creo que lo hacía, apuesto por lo primero. Por desgracia, creo que jamás sabré si pesa más todo lo que dejas atrás, o todo lo que te empujaba a dar este paso. 

Estoy en shock. 
No sé si estoy enfadado, si debería estar aliviado pensando en que esto sería lo mejor y por eso lo has hecho, pero no, no puedo pensar en eso. Estoy intrigado, impactado. Confuso. Estoy sin creérmelo, sin querer aceptar la realidad. Estoy triste. Agotado. Es duro intentar hacer mi día a día, sin que se note, sin ser capaz de decirle a nadie qué ha ocurrido y por qué estoy ido. 
Tengo un millón de preguntas, y algo en mi cabeza diciéndome que me niegue a creer lo que cuentan. Difícil de encajar. 

Estamos cansados de que nos cuenten eso de "vive, que la vida es breve. Disfruta, aprovéchala. Nunca sabes qué puede suceder", pero parece que a veces se nos olvida, hasta que la vida nos da una hostia de realidad y nos abre los ojos de golpe. O nos los cierra.
Y qué putada, ¿no había otra forma de recordarlo? Porque esta hostia ha tenido un nombre y es demasiado dolorosa. 

Ojalá seamos más atrevidos y con menos miedos. Porque el miedo sólo nos quita oportunidades, momentos. 
Mil veces me he odiado y a la vez obligado a ser más activo, a  hacer eso que no me atrevo. A cambiar algo de mi vida. Porque siempre se puede mejorar. Siempre hay algo que nos falta por hacer. 
¿Y si mañana es tarde?
Nunca sabemos qué puede ocurrir, ni cuándo. 
¿Sabemos cuál es nuestro límite a soportar? ¿Cuándo vamos a explotar?
Quizás la manera de evitar eso sea plantar cara al miedo y actuar. Buscarnos a nosotros mismos, pensar qué queremos hacer, y sin más preámbulos, hacerlo. 

Podemos, ya de paso, ser un poquito más humanos. NUNCA vemos la realidad tal y como es, si no como nos la quieren enseñar.
¿Cuánto dolor hay tras una mirada? ¿Cuánto sufrimiento esconde una sonrisa? 
Y tú, ¿cuál era el precio de que te vieran sonreír? Porque tras tantas risas, ahora has pagado un precio bastante caro, e injusto.

Descansa allá estés donde estés, desde hoy en el cielo hay un ancla nuevo. 

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