viernes, 16 de octubre de 2020

Soledad

Todo lo que creías que era tu mundo ahora carece de importancia. De un momento a otro ha dejado de existir. Queda atrás, en el pasado. Tan lejano que no puedes recordar nada de él. 
De repente te ves sumido en un oscuro vacío, con una sensación de vértigo, con la impresión de estar cayendo sin saber a dónde, sin tener ni idea de cuándo aterrizarás. 

La soledad te abraza; notas sus negros brazos, que no ves, pero sientes como te rodean. La ropa deja de mostrar tono alguno, por más que parpadees no te acostumbras a la oscuridad y no puedes visualizar nada, ni el más mínimo atisbo de color. Estás rodeado de arriba a abajo de un negro tan oscuro que notas incluso su espesura en el ambiente.
La más absoluta soledad te embriaga. Ahora ves, escuchas y respiras soledad. Te ha envuelto por completo y ya ni tan siquiera piensas en tu familia o amigos. Ya no importan porque ahora solo estás tú y tu soledad, y ella supera a cualquiera. Los ha deshecho de tu memoria. Esforzarte para pensar en ellos es en vano. Te nubla los pensamientos porque en tu mente ahora solo habita una sensación de soledad.
Notas algo que en su día serían ganas de vomitar, pero ahora no tienes ni eso. Tampoco sabes si tienes algo que echar, ¿cuándo fue la última vez que comiste? No tienes ni idea de si estás lleno o hambriento. No sabes qué te ocurre ni cómo describirlo. 
No sabes si estás cansado o no, pero te gustaría dormir, o si ya lo haces, despertar de esta pesadilla. 
Quieres caminar pero no sabes si ya estás dando pasos. No sabes si avanzas. No ves camino, no te ves a ti, no notas tus piernas, no notas nada. No sabes si estás flotando o sobre una superficie, de pie o tumbado.
Sientes que te estás asfixiando aunque no tardas en darte cuenta que no aprecias si estás respirando o no. Intentas coger aire, pero en tus pulmones no entra nada. No notas tu pecho palpitar por el bombeo de tu corazón, pero tampoco puedes palpar tu pecho en busca de esos latidos ya que no comprendes si tus manos no reaccionan o es que no sienten nada, porque tú intuyes que sigues teniéndolas junto a los dedos, pero no hay forma de comprobar si aún forman parte de ti.
Tratas de gritar con todas tus fuerzas, quieres pedir ayuda aunque no sabes a quién; no puedes pensar, no hay nadie que se te venga a la mente. Tampoco recuerdas una palabra apropiada que decir, igualmente, no salen palabras de tu boca o algún otro sonido. ¿O es probable que no te oigas a ti mismo?
Lo único que alcanzas a escuchar son los gritos de la soledad.
Te han arrebatado incluso las palabras, dejándote vacío y solo. Solo y desarmado. Desalmado.
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