-El rodaje ha sido la hostia. Pero me tiene sorprendido no
haber visto a nadie aún en el pueblo. Ciutti, mientras recogemos, ¿por qué no
vas a buscar dónde comprar la cena?
<<Ciutti>>
Me gusta como suena.
Ha sido mi personaje, tiene lógica que
me guste, así que este fin de semana todos me llaman así.
Ante la propuesta del productor asentí y empecé a caminar.
La noche empezaba a caer y no conocía el
pueblo, por lo que fotografiaba bonitos paisajes y escenarios. Tengo un pequeño
fotógrafo en mi interior y estaba aflorando en estos momentos. Foto aquí y
allá.
Entre pasos y fotos llevaba ya más de media hora desde que
partí. Había recorrido bastantes calles y no me había cruzado con nadie. ¿Dónde
está todo el mundo?
Cuando la idea de encontrarme a oscuras entre los callejones
desconocidos revoloteaba en mi cabeza, las farolas se iluminaron tenuemente.
Giré sobre mí mismo, mirando todo cuanto me rodeaba. Acostumbrado
a la ciudad, esto era un pequeño paraíso: Calles largas y estrechas,
flanqueadas por farolas a distancia. Tal distancia que casi te sumes en la
oscuridad antes de llegar a la próxima. Mantiene la iluminación pero sin
abusar, por ello, podía levantar la vista y ver el cielo repleto de estrellas. Sin
coches por las carreteras, sin basura. Cada casita adornada por un sinfín de
flores de la más amplia gama de colores.
Tan ensimismado estaba, que el vibrar de mi móvil en el
bolsillo me sobresaltó:
- No me jodas que éste pueblo fantasma te ha absorbido
a ti también. - Uno de mis compañeros me escribió por WhatsApp.
- Aquí no hay nadie. Es todo rarísimo.
- Vuelve, porque me está dando mal rollo.
- Ahora te veo.
Muy rápido dije eso. Lo cierto es que estaba perdido.
- ¿¡Hola!?
Grité. Tanto silencio y misterio
no me gustaba. Repetí el proceso de gritar, ya no por los extraños habitantes,
si no por mis compañeros y poder reunirme con ellos.
A cambio de mi tercer grito
recibí de respuesta una extraña risa.
- Venga, no jodáis con la bromita.
La luz bajo la que andaba titiló. Un segundo de oscuridad, y
de nuevo luz. Lo primero y único que vi fue una silueta ante mí. La luz volvió
a parpadear. En un segundo la luz nuevamente volvió. La silueta ya no estaba.
No había nada.
- ¿¡Qué cojones!?
Si querían asustarme: lo habían logrado. Corrí. Sólo se me
ocurrió correr. Si querían reírse, adelante. Pero no era yo quien corría, era
mi cuerpo quien mandaba.
Una suave brisa por la velocidad azotaba mi cara.
Un susurro rozaba mis oídos: “Ciutti…”
Más corría aún.
Las farolas se apagaban a mi paso.
Cuando me ardía el pecho y me flanqueaban las piernas paré
de correr.
Y la puta risa seguía sonando.
Llamé uno a uno a todo el equipo y todos los teléfonos
estaban apagados. Hijos de puta.
Para colmo empezó a llover. Suele gustarme, pero ésta vez no,
todo me molestaba. El frío agua empapaba mi ropa y me calaba.
La calle estaba oscura al completo y mi peor opción era
quedarme quieto. Así que me moví. Rozando las paredes con la yema de mis dedos
para saber por dónde moverme, me detuve un segundo. Creí distinguir algo en la
pared de enfrente, y pude descubrir qué era cuando un rayo iluminó justo donde
mi mirada estaba fija.
“Ciutti… Sólo quedas tú.”
Estaba escrito con sangre.
Igual no era una broma. Quizá les había ocurrido algo a mis
compañeros, que también se habían ganado el sobrenombre de amigos. Mi
excitación y preocupación, tal como mi miedo, creció.
Me moví con rapidez, no sabía ni a dónde, pero necesitaba
estar en movimiento. Cansado de ir en línea recta, me moví en zigzag entre las
calles, hasta que salí a una plaza. Una fuente, sin agua, pero me era familiar.
¡Sí! Ahí hemos rodado. De ahí fuimos a…
Me giré, orientándome, hasta topar con el último lugar donde
dejé al resto. Y seguían allí, pero tirados en el suelo. Corrí hacia ellos,
pero me paralicé ante sus cuerpos sangrientos. No, no era una broma. Me
abandonaron las fuerzas. Rompí a llorar y caí de rodillas. Mis lágrimas se
mezclaban con las gotas de lluvia.
¿Qué había pasado?
¿Podía ocurrir algo peor?
Aunque, mirándolo por el único punto positivo que había, yo
seguía vivo.
Por poco tiempo.
Alcé la cabeza, para ver una nube de humo. ¿Fuego, pese a la
lluvia? Pero la lluvia ya hacía un rato que había dejado de caer y el humo se intensificó.
Giré la cabeza hacia un lado, y luego hacia el otro. Y miré a mis espaldas.
Humo por todas partes, y se acercaba a mí, arrasándolo todo,
extendiéndose de casa en casa, haciendo un cuadrado conmigo en medio.
- Supongo que éste es mi fin. – Dije para mí
mismo, apenado, sin saber qué había ocurrido, sin haber dicho un te quiero a mi
familia.
Notaba el calor de las llamas ya abrazándome.
Y me desperté.
- ¡Ciutti! ¿Estás bien? - Alguien me zarandeaba y
me llamaba a gritos.
Lentamente abrí los ojos, me los froté y distinguí a todos
los miembros de rodaje. Me sujetaba el productor, gravemente preocupado por mí.
- Estoy… Estoy bien. ¿Qué ha pasado? – Poco a poco
volvía a la realidad, aturdido.
- Te has desmayado. Acabamos las secuencias y te
sugerí que fueras a buscar algo de cena mientras nosotros recogíamos todo esto.
- ¡Y una mierda! Yo de aquí no me muevo.
Nadie entendió por qué dije eso. Sin más, empecé a reír y a
contar lo sucedido. Todos se unieron a mis risas y decidimos no separarnos,
sólo por si acaso…
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Ciutti: Personaje de la obra 'Don Juan Tenorio'.
Éste texto está escrito por y para mi gran amigo Rafa Blanes, ya que él me ha inspirado para hacerlo.
Le menciono como Ciutti porque en la obra, él le representó. Y me encantó como lo hizo, por cierto.