sábado, 15 de noviembre de 2014

Frialdad

Estoy al borde de sentir mi cuerpo tiritar, y es por este frío que nada tiene que ver con la temperatura. No influye el sol o la noche. Influyes tú.

Y ahora sólo nos separa la frialdad de nuestro trato. Esas palabras tan frías que me atraviesan como esquirlas de hielo. Estas formas, esta indiferencia; como si el abismo helado que se interpone entre nosotros se agrietase y a pesar de verme a punto de caer, sujeto con mis entumecidos dedos, apartas la mirada y rehuyes mis ojos.
Y comprendo entonces que prefiero caer al vacío a que tu me lo hagas.

Prefiero mil veces el frío de quince grados bajo cero a este frío que me abraza al no escuchar tu te quiero.

'Donde duele inspira'. tú respira, por ti y por mi, que ya me quedo atrás, tan apartado como congelado.

Ciutti

-El rodaje ha sido la hostia. Pero me tiene sorprendido no haber visto a nadie aún en el pueblo. Ciutti, mientras recogemos, ¿por qué no vas a buscar dónde comprar la cena?

<<Ciutti>>
Me gusta como suena. 
Ha sido mi personaje, tiene lógica que me guste, así que este fin de semana todos me llaman así.
Ante la propuesta del productor asentí y empecé a caminar. La noche empezaba a caer y  no conocía el pueblo, por lo que fotografiaba bonitos paisajes y escenarios. Tengo un pequeño fotógrafo en mi interior y estaba aflorando en estos momentos. Foto aquí y allá.
Entre pasos y fotos llevaba ya más de media hora desde que partí. Había recorrido bastantes calles y no me había cruzado con nadie. ¿Dónde está todo el mundo?
Cuando la idea de encontrarme a oscuras entre los callejones desconocidos revoloteaba en mi cabeza, las farolas se iluminaron tenuemente.
Giré sobre mí mismo, mirando todo cuanto me rodeaba. Acostumbrado a la ciudad, esto era un pequeño paraíso: Calles largas y estrechas, flanqueadas por farolas a distancia. Tal distancia que casi te sumes en la oscuridad antes de llegar a la próxima. Mantiene la iluminación pero sin abusar, por ello, podía levantar la vista y ver el cielo repleto de estrellas. Sin coches por las carreteras, sin basura. Cada casita adornada por un sinfín de flores de la más amplia gama de colores.
Tan ensimismado estaba, que el vibrar de mi móvil en el bolsillo me sobresaltó:
- No me jodas que éste pueblo fantasma te ha absorbido a ti también. - Uno de mis compañeros me escribió por WhatsApp.
Aquí no hay nadie. Es todo rarísimo.
- Vuelve, porque me está dando mal rollo.
- Ahora te veo.

Muy rápido dije eso. Lo cierto es que estaba perdido. 
¿¡Hola!?
Grité. Tanto silencio y misterio no me gustaba. Repetí el proceso de gritar, ya no por los extraños habitantes, si no por mis compañeros y poder reunirme con ellos.
A cambio de mi tercer grito recibí de respuesta una extraña risa.
- Venga, no jodáis con la bromita.
La luz bajo la que andaba titiló. Un segundo de oscuridad, y de nuevo luz. Lo primero y único que vi fue una silueta ante mí. La luz volvió a parpadear. En un segundo la luz nuevamente volvió. La silueta ya no estaba. No había nada.
- ¿¡Qué cojones!?
Si querían asustarme: lo habían logrado. Corrí. Sólo se me ocurrió correr. Si querían reírse, adelante. Pero no era yo quien corría, era mi cuerpo quien mandaba.
Una suave brisa por la velocidad azotaba mi cara.
Un susurro rozaba mis oídos: “Ciutti…”
Más corría aún.
Las farolas se apagaban a mi paso.

Cuando me ardía el pecho y me flanqueaban las piernas paré de correr.
Y la puta risa seguía sonando.

Llamé uno a uno a todo el equipo y todos los teléfonos estaban apagados. Hijos de puta.
Para colmo empezó a llover. Suele gustarme, pero ésta vez no, todo me molestaba. El frío agua empapaba mi ropa y me calaba.
La calle estaba oscura al completo y mi peor opción era quedarme quieto. Así que me moví. Rozando las paredes con la yema de mis dedos para saber por dónde moverme, me detuve un segundo. Creí distinguir algo en la pared de enfrente, y pude descubrir qué era cuando un rayo iluminó justo donde mi mirada estaba fija.
“Ciutti… Sólo quedas tú.”
Estaba escrito con sangre.

Igual no era una broma. Quizá les había ocurrido algo a mis compañeros, que también se habían ganado el sobrenombre de amigos. Mi excitación y preocupación, tal como mi miedo, creció.
Me moví con rapidez, no sabía ni a dónde, pero necesitaba estar en movimiento. Cansado de ir en línea recta, me moví en zigzag entre las calles, hasta que salí a una plaza. Una fuente, sin agua, pero me era familiar. ¡Sí! Ahí hemos rodado. De ahí fuimos a…
Me giré, orientándome, hasta topar con el último lugar donde dejé al resto. Y seguían allí, pero tirados en el suelo. Corrí hacia ellos, pero me paralicé ante sus cuerpos sangrientos. No, no era una broma. Me abandonaron las fuerzas. Rompí a llorar y caí de rodillas. Mis lágrimas se mezclaban con las gotas de lluvia.
¿Qué había pasado?
¿Podía ocurrir algo peor?
Aunque, mirándolo por el único punto positivo que había, yo seguía vivo.
Por poco tiempo.
Alcé la cabeza, para ver una nube de humo. ¿Fuego, pese a la lluvia? Pero la lluvia ya hacía un rato que había dejado de caer y el humo se intensificó.
Giré la cabeza hacia un lado, y luego hacia el otro. Y miré a mis espaldas.
Humo por todas partes, y se acercaba a mí, arrasándolo todo, extendiéndose de casa en casa, haciendo un cuadrado conmigo en medio.
- Supongo que éste es mi fin. – Dije para mí mismo, apenado, sin saber qué había ocurrido, sin haber dicho un te quiero a mi familia.
Notaba el calor de las llamas ya abrazándome.

Y me desperté.
- ¡Ciutti! ¿Estás bien? - Alguien me zarandeaba y me llamaba a gritos.
Lentamente abrí los ojos, me los froté y distinguí a todos los miembros de rodaje. Me sujetaba el productor, gravemente preocupado por mí.
- Estoy… Estoy bien. ¿Qué ha pasado? – Poco a poco volvía a la realidad, aturdido.
- Te has desmayado. Acabamos las secuencias y te sugerí que fueras a buscar algo de cena mientras nosotros recogíamos todo esto.
- ¡Y una mierda! Yo de aquí no me muevo.

Nadie entendió por qué dije eso. Sin más, empecé a reír y a contar lo sucedido. Todos se unieron a mis risas y decidimos no separarnos, sólo por si acaso…



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Ciutti: Personaje de la obra 'Don Juan Tenorio'.

Éste texto está escrito por y para mi gran amigo Rafa Blanes, ya que él me ha inspirado para hacerlo.
Le menciono como Ciutti porque en la obra, él le representó. Y me encantó como lo hizo, por cierto.

jueves, 6 de noviembre de 2014

-Escribe

-Escribe.
La voz áspera y cortante acojonaba a cualquiera. Directa y casi en un grito no daba lugar a ninguna réplica.
El frío cañón de la pistola presionaba mi nuca. Yo temblaba de miedo.
No sabía cómo había acabado en esa situación: me obligaba a escribir, cualquier cosa, esperando algo que yo no podía ni entender, ni lograr. Pero no tenía alternativa. Dejé resbalar mis dedos con el lápiz por el papel. Ante su atenta y fría mirada de hielo, aterradora, cerré los ojos y las letras salían solas.
Una imagen se formaba en mi mente y automáticamente se traducía en tinta, en palabras.
Resoplé como si así mi miedo pudiera disiparse, pero mis manos seguían temblando. Con un profundo suspiro puse el punto final del texto.
De mi puño y letra había una perfecta descripción de una chica.
Seguía con los ojos cerrados pero aun así, noté cómo algo sucedía.
Sin verlo, lo notaba. Creyó que lo que escribiese podría hacer magia, y parece que así estaba sucediendo.
Todo cambiaba.
El frío metal en mi nuca era ahora la calidez de unos tiernos y carnosos labios descansando en la misma zona. El pelo largo y ondulado acariciaba mis hombros. El temblor que sentí era el latido acelerado de mi corazón.
La descripción del papel era la chica que tenía detrás, abrazándome.
La magia no era otra que el poder de nuestra imaginación.
Y mi mente quería tenerla a ella.
-Escribe.
Lo que antes era una obligación, ahora era un susurro ardiente de deseo. Una voz tranquila, incitando a querer seguir escuchándola.
Yo, como siempre, deseaba complacerla.
Abrí los ojos. Y aquellos dulces ojos marrones, enfundados tras las gafas se perdían en mi mirada, transmitiendo la calma que necesita cualquier persona del mundo.

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