domingo, 31 de diciembre de 2017

Uno más es uno menos

Uno más es uno menos.
Un día más, es un plato menos en la mesa.
Un cumpleaños más de la prima, es un año de vida menos que no podemos pasar juntos.

Todo son abrazos y risas, la noche del 30, celebrando su cumpleaños, pero ya estoy de regreso a casa, las 3 y media casi de la madrugada, y sigues en mi cabeza. Porque es 31, y te fuiste. Tal día como hoy, a tomar por culo su fiesta de cumpleaños.
Hubo uvas desganados, sin apetito de ellas, sin ánimos. Incluso recuerdo que nos juntamos los primos luego en la fiesta de fin de año. Pero yo no estaba en esa fiesta. Estaba por estar, por no quedarme encerrado llorandote.
Y no, no te recuerdo solo hoy por ser el año (otro más) de tu muerte, pero sí es cuando más fuerte te noto.
Lo dije y lo reitero que nunca un 31 de diciembre sería igual, la familia se rompió, y ni los más pequeños pueden devolvernos la alegría de tu en la mesa.
Abuelo, abuela, gracias por ayudarme a crecer desde arriba.
Os quiero muchísimo.

sábado, 28 de octubre de 2017

Viernes

Qué ganas tenía de ti, viernes. La noche, Sharif en los cascos de fondo, una copa, un boli y papel.
Eres un viernes noche como cualquier otro, pero éste me resultas liberador. Tras duras y cansadas semanas de trabajo, ya necesitaba descansar. No ver la alarma. Disfrutar del fin de semana haciendo NADA. 
Hoy realmente te necesitaba. He tenido unos días agotadores que me han hecho pensar demasiado: Dejar el trabajo, alejarme de personas, el cómo cojones afrontar adversidades...
Y como no soy de reventarme los nudillos contra la pared, me destrozo el alma en el papel.
Es mucho más doloroso, pero necesario. 
Y tenía tantas ganas de ti que ahora que te tengo no sé qué hacer contigo. Qué injusta es la vida. Nos pasamos el tiempo deseando algo y, cuando lo tenemos, no lo sabemos aprovechar, valorar, cuidar...
No lo sabemos mantener. Hasta que se esfuma. Y vienen las lágrimas. "Debí haber hecho...", "tenía que..." Pero ya sólo queda el sollozo y secarse las lágrimas. Lo perdimos. 
Esto sirve para todo: Personas, objetos, momentos, lugares. 
Solamente hay que recordar que nunca NADA dura para siempre.
Aprovéchalo. 
Vive cada minuto como si fuera el último. 

Disfruta. Vive. Yo el consejo lo doy de puta madre pero sigo perdiendo oportunidades a cada minuto por miedo o inseguridad. 
Qué fácil es decir 'lánzate al vacío', pero qué difícil es dar ese paso.
He perdido demasiado sin llegar a tenerlo siquiera. Menuda putada...
Cuántas películas he formado en mi cabeza que se han perdido por no tener a mano una cámara para grabarla. 

Si pierdes algo que sea tras haberlo degustado, saborea cada instante. Lucha contra tus miedos, hazte más grande, más fuerte, más feliz. 
Vive al límite sin haberte dejado nada de lo que arrepentirte. 
Haz todo aquello que yo no fui capaz.

Haz que cada viernes de llanto sea un sábado más de locura y desfase. 
Sé todo lo que hasta ahora no has sido.

lunes, 21 de agosto de 2017

Estrellas

Yo que soy tan de escribirle a la luna, hoy no es así.
Alzo mi mirada al cielo pero la atención es para las estrellas. Son millones más, pero más pequeñitas, menos visibles, y para la gran iluminación que da la luna, éstas viven en la sombra.
En estos días más que nunca sois las protagonistas. 
Os quitaron la sonrisa de la cara, no permitáis que apaguen vuestra luz ahí arriba.
Os tenemos a millones de kilómetros y os sentimos a milímetros. 
Cada día sois todas y cada una recordadas, quizá por una sola persona, quizá por diez, quizá por cientos.
Nos cuidáis ahí arriba y cada paso que damos, es pensando en vosotras. 
Al menos yo necesito que me guiéis, porque ahora mismo estoy muy perdido.
Enseñad al mundo que la sangre no se borra con sangre. 
Que nadie es más que nadie.
Que si desean quitar vidas, empiecen por la suya. 
El mundo está lleno de gente, pocas personas, y mucha escoria.

Por todas las víctimas del mundo. De parte de toda la gente que os queremos, incluso sin haberos conocido.

Brillad más y más fuerte que nunca, mis ESTRELLAS.

miércoles, 2 de agosto de 2017

Vivo

Vivo en mi actual rutina del buscarte sin encontrarte porque tú quisiste perderte. 
Vivo esperando ver un 'escribiendo...' que no aparece. 
Vivo con lágrimas en los ojos sólo por si tú vienes a secarlas. 
Vivo sin brillo, porque no te tengo iluminándome. 
Vivo sin reír porque no tengo quién muerda mi sonrisa. 
Desde que no tengo tus manos, las mías viven temblando.
Vivo andando sin parar, porque no tengo tu cuerpo enganchado al mío para hacerme tropezar y caer entre risas. 
Me da miedo si vivo con música, porque todas las canciones me recuerdan a ti.
Vivo con miedo porque no tengo quién calme mis noches hasta altas horas de la madrugada.
Vivo sin dormir, porque tu imagen se me presenta a cada instante. Dándome un vuelco el corazón, para dejarme sin respiración al ver que sólo son mis ganas.

Vivo sin vivir porque no te tengo dándome vida.

domingo, 23 de julio de 2017

Echo de menos

"Echar de menos es una mierda."
*Clic en RT.*

-¿Y tú a quién echas de menos? Le has dado RT.
-Porque tienes razón.
-Por algo lo habrás retwitteado.
-Yo siempre echo de menos.


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Y no es necesario un '¿a quién?', que también.
Es 'a qué'.
Por supuesto, a quién; es a mis estrellas. La que más brilla, me cuida, me guía, me anima, me empuja adelante. La que menos conocí y más echo en falta. Quien tenía paciencia conmigo cuando mi madre la perdía. Sentado en su regazo mirando ambos por la ventana durante horas hasta que me decidía a comer. Mi cuidadora. Mi profe de guardería. Mi abuela.
A mi guerrero, valiente, luchador, duro, incansable.
Hasta el final diste guerra, y cómo lo admiro. Y cuánto me duele que te marcharas ya sin reconocernos siquiera, abuelo.
Cada maldito día echo de menos a mis abuelos.

Pero... Echo de menos los gestos. Si son pequeños, mejor.
Echo de menos provocar sonrisas, echo de menos que me echen de menos, que me abracen. Que no me dejen ver películas y queden a medias. Que me agarren la mano por la calle, que me la suelten, ir riendo y haciendo el gilipollas.
Echo de menos que me miren a los ojos cuando me hablan.
Echo de menos algún mensaje de '¿qué tal estás?'.
Echo de menos dormirme dejando una conversación a medias, y no dormir comiéndome la cabeza.
Echo de menos sentirme arropado, querido, único.
Echo de menos tener ilusión por algo.
Echo de menos la motivación por la vida.
A menudo echo de menos un boli y un papel. Pero más a menudo echo de menos la inspiración para escribir.
Otras veces, echo de menos el tiempo libre para desahogarme.
Por poco tiempo que haya pasado, echo de menos el adorable e inocente abrazo de mi pequeño rubito.

En resumidas cuentas... Me echo de menos a mi mismo.

domingo, 2 de abril de 2017

Otra noche

Otra noche más.
Otra noche igual.
Yo deseando que me leas, que me escribas.
Y tú...
Dios sabe qué haces, pero no es escribirme.
Tú como si nada.
Yo roto como si no fuera nada.

Para dormir no cuento ovejas, cuento las noches que me quedan pensando en ti, sin ti. Y siempre, aunque tarde, me vence el sueño, pero siempre pierdo la cuenta y vuelvo a empezar de cero.

martes, 28 de febrero de 2017

La de las 3:18

Una noche más que pasa y tú sigues en mi cabeza. Quisiera saber todo lo que piensas, aclararme, que nos aclarásemos.
-Voy a escribirle -me digo.

martes, 21 de febrero de 2017

Una carta hecha pedacitos

¡Hola mi amor! Qué ganas tengo ya de verte, qué poquito falta.
Hoy, no sé por qué, pero he pensado en tenerte a mi lado más que nunca.
Llevo todo el día trabajando y pensando en nosotros tumbados viendo 8 Millas, o Notorious y llamándote mami maciza. Y qué risas.
Me he imaginado gruñéndole al grandullón, peleando por tu atención.
Bebiendo cerveza.

miércoles, 25 de enero de 2017

Caperucita

Y resulta que fue Caperucita quien apuntó al pecho del lobo y apretó el gatillo. Pero como era una niña, todo el mundo le creía. Todos creían a esa inocente y dulce chica.
Nadie sabía que se quedaba en minifalda y top al salir de casa, fuera de la vista de sus padres. Nadie sabía que en sus auriculares sólo sonaban grupos enfadados, gritando e insultando, infundiéndole odio. Nadie tenía constancia de que ella había provocado innumerables incendios en el bosque.
Simplemente dio su versión.
Y todos le creyeron.
Pero nadie miró sus ojos mientras lo contaba.
Lástima que pocas personas sepan leer los ojos.
Ella se dedicó a entrelazar sus dedos, poner voz de niña buena y carita de pena. "Quería comerme".

Y lo cierto es que el lobo sólo se acercó a ella para advertirle. Para decirle que todos aquellos animales que vivían atemorizados por ella se estaban poniendo de acuerdo para pararla en seco.
No más fuego. No más pisotones, ni escupitajos, ni arrancar alas. No más veneno en la comida.
La revolución contra el mal.

Pero que irónica la vida; el único que estaba dispuesto a ayudarla, aquél lobo, acaba muerto con el corazón destrozado.
Porque los más nobles y buenos también se enamoran (inexplicablemente) del ser más cruel, capaz de acabar con él.

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