En su cabeza se juntaron miles de pensamientos, ideas y recuerdos. Fue como si de la nada se dibujara una puerta y se agruparan las sensaciones más rápidas en llegar, luchando por querer pasar y visibilizarse antes que nadie. Era como tirar de un hilo de una cajita llamada ‘2020’.
Su cabeza se incendió como si de un bosque australiano se tratase. Entre la nube de humo y polvo de cenizas pudo ver un cadáver, lo reconoció rápidamente por todo lo que se había hablado de él: el general iraní. Trump estaba sobre él, riendo triunfante por haber sido la voz que dio luz verde al asesinato de ese hombre. En segundos el fuego le abrazó y trepó por su ropa, dejándolo desnudo. Por las lenguas de fuego que se alzaban a su alrededor y las llamaradas que aún se producían, se le veía de un color anaranjado, como si fuera un Dorito.
Ellie en su trance apretó dientes y párpados, y las ascuas empezaron a desaparecer. El humo cesaba, el cielo grisáceo se empezaba a tintar de verde y de la nada, empezaron a caer ceros y unos. Como si viviera en Matrix.
Comenzaron a apreciarse toda cantidad de números, juntándose, formando cifras cada vez más elevadas, creciendo por miles, como los contagios y muertes que un virus deja a su paso tras una pandemia.
Los miles se convirtieron en millones, en billones, y cada vez aumentaba más, nublando todo espacio ante su visión. Cuando ya no se distinguía un tres entre un ocho, un uno de un siete, o el seis se mezclaba con el nueve, lo que se formó por encima de todo era una máscara bastante famosa: Anonymus. Ofrecía su luto a una nueva muerte racista a manos de los policías de Estados Unidos. Antorchas encendidas inundaban las calles con gritos de “George Floyd”. Las protestas llenaban la ciudad, los altercados en las comisarías eran inevitables, y con ello, detenciones que llenaban calabozos. Una celda en concreto le llamó la atención, por la figura que aparecía tras unos barrotes, imagen que se volvía cada vez más nítida, permitiendo reconocer su rostro. ¿Ronaldinho? ¿Pero qué sentido tiene ese mago del balón, del fútbol, en la cárcel? Con una patada manda una pelota que se aproxima hacia Ellie haciendo que se sobresalte, mientras la pelota avanza entre botes. Boing, boing… Sorprendentemente, en cada saltito ganaba altura y en uno de ellos se elevó, despacio, permitiendo ver cómo se pierde en la altura, en la más absoluta oscuridad.
Tras un parpadeo, se pudo ver arriba un puntito moviéndose. Pensó en la pelota, pero apreció una forma así como aplastada. Giraba sobre sí misma, pero aproximándose. Creyó ver una figura ¿verde? ¿Son…?
¡Piii! ¡Piii!
Una alarma sonó estrepitosamente y el típico cartel de advertencia de las páginas de internet apareció ante sí:
<El Pentágono informa que hay pruebas muy persuasorias
de que sea posible que no estemos solos en éste mundo>
¿Acababan de informarnos que podía haber extraterrestres?
Aquella nave que había visto hacía unos instantes parecía danzar en el aire hasta aterrizar a unos cuántos de metros y de ella salieron dos personas. No le miraban, era como si no existiera para ellos.
Gritó. O eso quería, y sin duda, es lo que habría hecho de poder tras ver aquella pareja, cuanto menos, extraña
¿¡Pedro Sánchez hablando con Miley Cirus!?
Ellie abrió los ojos con la respiración agitada. Estaba flipando. Todo era demasiado surrealista. Su cabeza iba a mil por hora. Quizá aún seguía soñando. Miró su móvil y sólo habían pasado unos minutos desde que intentó dormir. No sabía realmente si lo había hecho y todo era un sueño bastante raro. Tenía miedo de volver a cerrar los ojos; a saber qué podía deparar la oscuridad bajo sus párpados, porque cada imagen que se le aparecía era más difícil de asimilar y como mínimo, estremecedor.
La tenue luz que se colaba entre las rendijas de su persiana no bastaba para definir los objetos de su habitación. Con la piel algo pegajosa por el sudor decidió levantarse y asomarse a la ventana, donde corría una mínima brisa, pero satisfactoria.
De todos los edificios que tenía al alcance de su mirada, podía contar con una mano las luces que aún daban vida al interior de una habitación. Pensó en las historias que tendría esa gente y los motivos de aún seguir en pie. ¿Una pareja haciéndolo? Puede que alguien entretenido con algún videojuego. Podía ser que hubiera vuelto hace poco de trabajar. O igual no era la única persona angustiada por sus pensamientos, o que un mal sueño les hubiera arrancado de los brazos de Morfeo.
Ellie suspiró profundamente. Tenía su vida patas arriba. Podía estar tramando mil planes, posiblemente tenía ante sí la oportunidad de cambiar algunos aspectos de su vida, ahora que tenía tiempo. Quizá era el momento de retomar pequeñas metas, no tan lejanas, pero que siempre pasaban a segundo plano, y a tercero, y así sucesivamente hasta enterrarlas.
Empezó a ahogarse en su propio mar de dudas. Era como si aquella explosión en Beirut le hubiera alcanzado con la onda expansiva y se formasen unas arenas movedizas en las que se empezaba a hundir, con la incertidumbre tirando de sus piernas hacia abajo queriendo ver cómo desaparece.
Si ahí fuera había un caos, ¿cómo podía denominar a lo que habitaba en su cabeza?
El mundo se caía a pedazos, pero empezaba a darse cuenta que de seguir así, se derrumbaría antes de poder verlo.
Ni el dinero ni el lujo te puede salvar cuando empiezas a arder, como tenía de ejemplo a los Emiratos Árabes, así que debía buscar una solución.
Existen personas ajenas a todo. Nada va con ellas. No temen. Creen que ningún mal puede con ellos, no hay ni un solo peligro que les haga tambalear, pero patalean si se enteran de que es posible que TikTok desaparezca. Hay gente egoísta, y hay gente necia e ignorante. Gente que cree poder nadar entre lava y que por ello puede salpicar a los demás sin que éstos se quemen. Si tú quieres, tírate de cabeza, pero aleja a los demás. Puedes disfrutar a tu manera, incluso siendo peligrosa esa forma, pero no perjudiques con ello a nadie.
Sin embargo Ellie no era así. Por más que cerraba los ojos y apretaba los puños presa de la frustración, sabía que los problemas seguían ahí al acecho, que no podría huir tan fácilmente de ellos, por más que le gustaría empezar de cero en la República Dominicana con unos cuantos de millones.
De todas formas, esta vez no iba a hacerse ninguna promesa absurda. Es decir, la absurdez es creer que la cumpliría. Ya se había fallado demasiadas veces, no tenía sentido hacerlo una vez más. Lo único que hizo fue recapacitar. Consideró que si estamos teniendo un año de mierda, quizás, y solamente quizás, por cada desgracia, el año siguiente podría traer doble alegría. Pero eso era suponer demasiado. Arriesgar mucho y ponerlo todo en manos del azar, del comportamiento ajeno y de que la naturaleza nos quiera recompensar pese a todo el daño que le estamos provocando.
Pensó en la cantidad de personas que habían sufrido, directa o indirectamente; que habían perdido familiares en situaciones desesperantes, tristes y con una despedida vacía e incompleta. Había gente arruinándose, perdiendo empleo, casas. Viendo su vida al borde del abismo y luchando contra todo pronóstico. Ciudades destruidas, bosques arrasados. Animales maltratados o abandonados.
Con todo esto y mucho más que no tenía ni idea que ocurría en el mundo que le rodeaba, ¿quién era Ellie para creer que sus problemas tenían mayor importancia que los demás? Que verse con unos kilos de sobra, que una ruptura o una falsa amistad podía estar por encima de todo. Como si una pelea por Twitter fuera a desahogarle.
Supuso que todo el mundo tiene problemas. Sean más graves o menos. También sabía que no bastaba con saber que están ahí, que hay que afrontarlos en la medida de lo posible y pasito a pasito, luchar contra ellos. Si no los puedes superar, que te venzan luchando, disfrutando de la batalla y de la satisfacción que te deja el camino avanzado y lo recorrido.
Eso es la vida, una pelea constante, pero en el trayecto, encuentras alegrías. Disfrutemos de ellas, sin olvidar lo que nos rodea y todo lo que hay en juego.
Por ti, por los tuyos, por los que se han ido y los que estén por venir. No dejes de vivir tu vida y de disfrutarla, por muy extraña que sea, como este 2020.
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