domingo, 18 de mayo de 2014

Coraza de acero III

Otro día más y la misma rutina de siempre. Despertar y ser bueno con todo el mundo, menos consigo mismo, que se culpaba de algo, aunque no sabía el qué. Buena cara a su familia y bromas a sus amigos. Sonrisas a las chicas, y a llorar en su habitación solo en la noche. 
Así era su día a día. Fingir y joderse en la soledad de sus cuatro paredes. 

-Hoy otra noche loca en la que nos dejas sin tías, ¿no? Jodido Messi del ligue, jajaja. - Antonio bromeaba con él. En parte tenía razón, se llevaba todas las chicas, pero Antonio, ajeno al profundo dolor de Jose, no sabe que lo que menos hacía era ligárselas. No sabía nada y sólo bromeaba, así que no se le podía culpar de nada y le seguía la broma. 
-¿Cuántas quieres que caigan, hago hat trick? - Jose merecía un premio por buen actor y mantener esas bromas estando tan mal.
      Luis acompañándolos empezó a reír con ellos, aunque con cierta lástima hacia Jose. Luis era el más atento y no pasaba por alto que algo le ocurría a su amigo. Pero si éste no le decía nada, no podía preguntarle. Con tanto entusiasmo empleado en fingir, debía de tener un buen motivo para no contarlo. 

Despeinado y con barba, lejos de sentarle mal como a la mayoría de sus amigos, estaba más atractivo de lo normal. Una camisa un poco ancha de cuadros, unos vaqueros algo antiguos pero que le hacían sentir bien y sus zapatos acompañaban a aquella 'careta' -porque su rostro realmente no era aquel que sonreía, si no uno sombrío, frío y ausente- para otra salida nocturna. 

El grupo de cinco chicos -a salir se le unían Jaime y Pablo- ya con un par de copas encima iban enfilados hacia unas chicas. No eran feos y resultaban simpáticos, así que, al menos, lograban charlar con ellas. El ritual se repetía; ellos se presentaban y daban besos mientras Jose se quedaba atrás, pareciendo tímido, porque lo era. 
-Este es Jose - "Suerte" que a Jaime nunca se le olvidaba presentarlo. 
-Encantado - Jose saluda y sonríe. Sin quererlo ya tenía la atención de ellas. Se les presentaron una a una. Ellas iban a él. 

La noche transcurría entre copas, bailes, risas y miradas. A Jose, por supuesto.
Todos hablaban con todos, pero ellas sólo querían la oportunidad de acercarse a él, o al revés. 
A veces era él, pero casi todas prácticamente lo arrastraban a bailar, bajo las miradas de sanos celos de sus amigos. 'Una vez más vuelve a triunfar, puede elegir a la que quiera, o a varias', creían. Lo que no sabían es que si él se apartaba de sus ojos, era para después de darles una buena conversación, regalarles la mejor de sus sonrisas y halagarlas, las rechazaba sutil y encantadoramente con un "lo siento...No estoy preparado" y ponía en bandeja a sus amigos, que ellas se negaban. Bueno, no todas rechazaban al segundo plato.

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