martes, 3 de febrero de 2015

Vacío por dentro

Por más que abro los ojos, sigo sin ver.
Por más que grito, las palabras no suenan.
Por más que alzo los brazos, estos no reaccionan.
Por más que intento andar, no avanzo.
Debería sentir miedo, pero no recuerdo esa sensación, ni la de tragar saliva por la tensión.
Intento pensar qué ocurrió para acabar en esta situación, pero mi mente tampoco me hace caso. ¿Esto es lo que se siente al morir? ¿Nada? Ni siquiera mi pulso se dispara ante ese pensamiento.
Intento escuchar a mi alrededor, en vano. O no hay ni el más mínimo sonido o tampoco puedo oír. No sería raro que no pudiese controlar mi oído, como el resto de mis sentidos o cuerpo.
Lagunas mentales anulan mi capacidad de reacción.
Floto entre la nada, sin saber cómo llegué ahí. Pero en mi mente sólo se forma un remolino negro que mezcla mis ideas hasta hacerlas desaparecer y de nuevo; nada.
No sé dónde estoy ni cómo ni cuándo llegué.
Estoy consciente pero no puedo hacer nada.
Pienso, pero no recuerdo.

Entonces vino a mi mente todo lo que dejaba atrás, pues este era mi fin.
Mi ciudad. Mis calles encantadas que me enamoraron. Mi madre. Mi familia. Todo por lo que había luchado en la vida. Por los sueños que morían conmigo sin poderlos cumplir. Las estrellas apagadas que no vi. Las despedidas que jamás me atreví. Los caprichos que nunca me di. Los hijos que no podré tener. A ti. Los besos que te prometí.

De repente abrí mis ojos y me sorprendí frotándolos y limpiándome las lágrimas que de ellos brotaban. Pude mover mis piernas y sentarme. Suspiré, arrastrando mis palabras de alivio.
Pude notar mi mente funcionando a toda velocidad, mostrándome millones de imágenes con total nitidez y borrando el miedo y la tristeza para sustituirlo por alegría y vida. Estaba más vivo que nunca.
No estaba en ningún extraño lugar; era mi cama.
Estaba muy lejos de morir y al fin comprendí.

Todo fue después del último beso y al dormir.
Me quedé vacío al vencerme en sueños.
Sin cuerpo ni alma.
Sin sensaciones ni decisiones.
Vacío.
Porque te lo di todo; todo lo que soy es gracias a ti y te pertenezco.
El fluir... Simplemente es la sensación de quererte

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