viernes, 4 de septiembre de 2015
Me giré y me fui
>>Has estado desde siempre y si contase cosas sobre mi, tú podrías corregirme.
Sabes de mi más que yo mismo.
Me encanta desnudarme sentimentalmente, porque entre tú y yo, eso es lo que nos une. Nuestro interior.
Y no importa si contigo río o lloro, porque no me juzgas. Tú no preguntas.
Sabes que si empiezo necesito soltarlo todo, y te centras en escucharme en tu más absoluto silencio.
Un silencio inquietante a veces.
Soy como una botella llena, del revés y sin tapón; vaciándome por dentro, vertiéndome a la nada. Liberándome.
Y no se si tu mirada me culpa o me hace sentir mejor persona.
Porque tú me conoces.
Pero yo a ti no.
Soy tan imperfecto que no siempre puedo ocultarlo, y duele.
No pretendo ser perfecto, pero mis planes no eran ser esta ruina.
Una ruina que alegra tanto como daña.
Pero, ¿qué te voy a contar de mis miedos y de mis fallos?
Mejor me enjuagaré la cara y vendré a visitarte mañana.
Me giré y me fui.
Sabiendo que aquel espejo también mostraba la espalda que me daba a mi mismo.
Sabiendo que siempre vuelvo a dar la cara.
lunes, 10 de agosto de 2015
Divergente
Pero, si la viera, no la reconocería.
-Aléjate de mi -digo en voz baja, me noto rígida y fría, y no estoy enfadada, no estoy dolida, no estoy nada- No vuelvas a acercarte a mi -añado.
Nos miramos a los ojos, los suyos son oscuros y vidriosos. Yo no soy nada.
-Si lo haces, te juro por Dios que te mataré -le digo- cobarde.
Fragmento del libro Divergente.
jueves, 23 de julio de 2015
A mi yo del mañana
domingo, 28 de junio de 2015
Coraza de acero XV
lunes, 11 de mayo de 2015
Ausencia
Como una mente sin pensamientos.
Como un corazón sin palpitar.
Como un pulmón sin aire.
Como mi cama sin sábana.
Como una carretera sin coches.
Como una luna sin ser mirada.
Como un perfume sin olor.
Como el agua sin humedad.
Como música sin letra.
Como un cuaderno sin palabras.
Como un pianista sin su piano.
Como una bombilla sin lugar que iluminar.
Como una vela sin mechero que la encienda.
Como un cigarro sin labios.
Como el ron sin hígados dónde acabar.
Todo son ausencias.
Historias infelices.
Un puzzle incompleto…
…Como yo sin tu sonrisa
domingo, 10 de mayo de 2015
Domingo
Como cuando quieres escribir y estás tan vacío como la tinta del boli bic.
Cuando estás atado de manos y pies, pero no ves las cuerdas.
Como cuando intento desahogarme, y sólo consigo asfixiarme.
Como una mosca sin sus alas.
Una mariposa atrapada.
Así es estar en mi propia cárcel.
Así es este domingo de mierda.
miércoles, 29 de abril de 2015
El precipicio de mi mirada
viernes, 10 de abril de 2015
Historia singular
Ilustración realizada por @jaaviRA |
jueves, 9 de abril de 2015
Insignificancias
No sé si estrujarme el cerebro, o exprimir el bolígrafo.
Tengo miedo.
Miedo a no encontrar el punto exacto.
Miedo como aquel niño que no supo apretar con fuerza su globo por no explotarlo, y por ello, se le escapó de entre los dedos.
Y ese miedo que se convierte en segundos en rabia y en tristeza, así como lo que tardan sus lágrimas en surcar sus mejillas viendo su globo alejarse, más y más, hasta ser un puntito en el cielo. Hasta perderlo de vista, porque ya no es capaz de ver más alto ni más lejos.
"-Tranquilo cariño, te compraré otro."
¿Y cuándo crecemos y perdemos una oportunidad como si de nuestro globo se tratase? ¿También nuestros padres nos comprarán otra opción?
Porque yo de pequeño, en ese momento, no quería otro globo, quería ESE globo.
Sólo pensamos en nosotros, porque tenemos cerebro. Tratamos a los objetos como objetos, porque para nosotros no tienen más valor que ese, aunque tengan importancia en nuestra vida.
Si lo vemos desde otra perspectiva. ¿Por qué dos cepillos de dientes no pueden tenerse aprecio entre si? Se pasan todo el día juntos, rozándose en ese vasito en el baño. ¿No han podido llegar a entablar algo entre ellos? Porque para nosotros, sólo es un trozo de plástico. Pero qué sabremos nosotros.
Igual el tintineo al caer en el vidrio, para ellos es la señal de la unión de nuevo. Del volver a estar juntos. Igual es música. No porque algo que sirve para limpiar nuestros dientes quiere decir que sea algo feo, inservible o insensible. Parecerá absurdo. Pero nosotros nacimos de la nada. Nunca se sabe qué puede ser el día de mañana de eso que ahora significa "nada".
Porque todo tiene significado. Los pequeños detalles, más aún.
Que tú no lo veas, no significa que no exista.
Sal, a buscar parte de ti, busca ese algo insignificante pero que, cuando lo pienses, digas, "hostia, nunca lo he pensado, nunca he sentido nada porque es un objeto, pero, lo necesito".
sábado, 28 de marzo de 2015
Querido diario
Cada vez menos querido y por ello cada vez menos diario. No es que haya dejado de anhelar el fundirme con tu papel, que formes parte de mi piel. El problema es que he dejado de serme fiel. Me vendo al mejor postor. Parece que me he puesto precio, pero, siendo tan necio, no vi que casi me regalaba. No importa a quién ni por qué; siempre será mal y poco.
El mundo cada vez es menos mundo. La gente deja de ser personas, para ser sólo un ente, un cuerpo, pero faltos de mente. Pocos se salvan. Unos lo dan todo y otros nada. Unos luchan codo con codo. La mayoría sólo dan la vuelta a su almohada. Sólo se quejan del "qué sueño", pero de querer dormir más, no de soñar con aspiraciones como los demás.
Creo que he dejado de quererme, o quizá simplemente gasté mi amor de tanto usarlo. Tanto miedo de perderme, aposté tan fuerte por mi, que para mi suerte,sin saberlo, aún sigo siendo fuerte.
Aún tengo esperanza.
Esperanza en que todo se solucione. En que la nueva generación no se revolucione. Porque su revolución es en forma de papel. De papel y porro, no de papel y letras.
Catorce años y ya echados a perder, ¿dónde quedaron esos juguetes del ayer?
Aún confío en el cambio de mierdas a 'alguien', porque de seguir así, querido diario, no tendré tinta para escribir, sólo mis lágrimas llenarán estos folios.
Tú das, y haces, y crees. Pero todo sacrificio es en vano. El ser humano sólo reacciona cuando tocan el dinero de su mano.
Pero nos gusta errar. Equivocarnos.
El morbo de lo difícil, la fruta prohibida. Lo inalcanzable.
Como dice cierta canción, "y de tanto tropezar, al final la puta piedra va a acabar por pensar que soy idiota".
Espero aprender de mis fallos. Corregirme a mi mismo.
Voy a quererme.
Voy a quererte.
Voy a salir adelante.
Y todo a pesar de la puta gente.
Porque con una pistola apuntando al corazón, te piden perdón.
Pero la bala ya ha salido del cañón.
miércoles, 25 de febrero de 2015
Coraza de acero XIV
Salieron a la calle, Jose colgado casi del hombro de su amigo. Por la falta de costumbre de beber alcohol se le había subido demasiado rápido a la cabeza.
Del final de la calle surgieron tres siluetas; tres muchachos que hablaban entre ellos y reían. Una de las voces era excesivamente familiar a Luis, el cual no tardó en arrastrar a su amigo en la dirección contraria.
-Venga, vamos. Intenta andar, mamonazo. Si llegamos pronto a tu casa echamos un fifa, verás lo que mola jugar borracho.
-Si no me mantengo en pie, voy a jugar bien, flipado. - Le costó un rato vocalizar lo suficientemente entendible.
Entre pasos lentos e inestables avanzaron con las risas cada vez más cerca de ellos. De pronto silencio.
-Eh, ¿tenéis fuego? - Una voz por detrás les gritó, más alto de lo necesario debido a la cercanía.
-No te gires, anda. Si puedes, corre a casa. - Luis le susurró mientras agarraba a tiempo a Jose para que no se girase.
-Eh, venga. Sólo fuego, no queremos molestar. - Era otra voz diferente.
-No tenemos fuego. - Luis aceleró el paso arrastrando consigo a Jose, borracho y ahora confuso, sin saber qué pasaba.
-¡Eh, tronco, pero si yo te conozco! - Habló la tercera voz, a la vez que le sujetaba del hombro.
El instinto de Luis fue girarse echándose hacia atrás. Fue un movimiento rápido y calculado; algo que esperaba hacer. La rapidez sorprendió a quien le iba a agarrar, que dio un respingo.
-No, no os conocemos.
-Claro que si cabrón. - Ese rostro conocido le desafiaba con la mirada - Tú me dejaste sin follarme a aquella zorra. Y me pegaste.
-A mi me zurró el mierda este de tu amigo. Las tías querían rabo. Eso no estuvo bien.
Sólo se necesitó una milésima de segundo.
Su avanzado entreno de boxeador se lo facilitó todo.
Luis impactó el puño cerrado - otra vez - en la cara del mismo tío de la discoteca. Su mano izquierda buscó al otro más cercano, golpeándole en el pecho.
Para entonces Jose yacía en el suelo cubriéndose la cara de las patadas que le propinaba ese que recibió su paliza días atrás, buscando su venganza.
La mirada de Luis se enfureció más. De una patada en el gemelo atrajo la atención del agresor y otra en la espalda lo tumbó. Cuando iba en busca de los demás ya fue tarde. Uno le sujetó del cuello y el primero en recibir sus golpes (el de la discoteca) le golpeó de lleno en la boca del estómago. Seguido de otros cuantos, alternados en la cara, la cual sangraba sin parar. El tercer amigo se levantó, aunque con dificultad, y se sumó a patadas con Luis, dejándolo totalmente inconsciente.
-¿¡Pero qué...!? ¡¡Quietos!! Dejadles hijos de puta. Valientes mierdas. - La voz del dueño del bar hizo que los tres chicos de alejasen corriendo de la pelea. Él fue corriendo a ayudar a Jose y a Luis, tumbados en el suelo, con el primero gimiendo de dolor, y el segundo sin moverse.
martes, 10 de febrero de 2015
Coraza de acero XIII
-Luis, te juro que estoy ya hasta los huevos. Nada me sale bien, coño.
-Pero tío, que no puedes pensar eso. Si eres un tío de puta madre, la vida te va a recompensar. Date tiempo.
Estaban en un bareto cerca de sus casas. Era viejo pero tenía algunos sofás y un par de billares. Intentaba parecer moderno dentro de sus posibilidades. Luis eligió ir allí a sabiendas de lo poco frecuentado que era, pues "una cerveza" de Jose significaba emborracharse, hablar sin parar y vaciarse por dentro. Por eso quiso la intimidad de aquel antro.
-Pero, ¿te puedes creer lo de esa perra? ¿Eh? Me jodo lo que no está en los escritos por querer hacer las cosas bien y se mosquea por no decírselo antes. Si se lo digo antes seguro que se habría cabreado. Si es que no hay quien entienda a las mujeres. Pero ese es nuestro puto instinto y problema: pillarnos de ellas. Nos va el morbo, lo peligroso y complicado. Y vamos a por ellas sabiendo que son malas, porque lo son. Pero las necesitamos. Yo necesito amor. No del tuyo, hermano. Se que me quieres y cuidas de mi. Yo también te quiero. Pero necesito amor del saber que algún corazón late al ritmo del mío. Del de pensar lo mismo a la vez y las risas que se contagien acaben en besos. Quiero de ese amor que no necesite más que una mirada para entendernos. Pero la culpa es mía, por gilipollas y pillarme otra vez, como si no tuviese bastante con el corazón roto una vez. ¿Quieres otra birra?
-No, aún tengo. - Luis no bebía, jugueteaba con el cuello de su botellín casi intacto, soportando el aluvión de mierda que su amigo soltaba.
-Haces bien. Yo mañana me acordaré de esta noche, menuda resaca tendré. Pero hoy necesito no recordar nada más. Cuida de mi, hermano. Te necesito. ¡Jefe! Un Cacique-Cola. No sé qué haría si tú también me fallaras. Y pensar que pude haberme follado a la tía que ahora te hace sonreír. Soy un mierda. ¿Cómo os va? - Se notaba a Jose gravemente perjudicado. No debería beber más, la cabeza le explotaría al día siguiente.
-Bueno, bien. Estudia fuera y viene mañana. Ya veremos, poco a poco.
-Buah, cómo me alegro. Espero que no sea otra puta zumbada como la mía y no acabes así. - Acabó señalándose a sí mismo, demostrando su borrachera - Ahora se que soy lo peor pero no puedo parar tío. Estoy acojonado del día a día de mi vida. Vivo en una putada constante. Y ahora ella me putea más. No sabe que la necesito. No tiene ni puta idea de nada. Joder, ¿sabes qué? ¡Que a la mierda! La mando pero ya a la mierda. - Se levantó tambaleándose y sacándose el móvil del bolsillo - Será por tías. Le escribo y adiós. ¿Nos vamos de fiesta? Me han dado ganas de pillar a alguna para desquitarme.
-¡Tú estás fatal, loco! - Luis se lanzó por encima de la mesa arrancándole el móvil de las manos. - Quieto, enfermo. ¿Qué tienes en la cabeza? Nunca has sido así. Acábate esa mierda, nos vamos a casa ya.
Jose enterró la cara en sus manos entre lágrimas. En su interior, el último pedacito de él mismo que quedaba consciente de todo, sabía lo mal que estaba actuando. Pero era un 1% contra 99% queriendo olvidarse de todo, pasar página y poder ser feliz. Ya tocaba, después de año tras año sufriendo.
El abrazo de Luis que le pilló por sorpresa fue el detonante, y arrancó a llorar en silencio en el hombro de su amigo, sabiendo que a veces no era necesario beber, ni insultar a nadie, criticar problemas o huir. A veces lo necesario es un abrazo sincero para desahogarte de principio a fin.
martes, 3 de febrero de 2015
Vacío por dentro
Por más que abro los ojos, sigo sin ver.
Por más que grito, las palabras no suenan.
Por más que alzo los brazos, estos no reaccionan.
Por más que intento andar, no avanzo.
Debería sentir miedo, pero no recuerdo esa sensación, ni la de tragar saliva por la tensión.
Intento pensar qué ocurrió para acabar en esta situación, pero mi mente tampoco me hace caso. ¿Esto es lo que se siente al morir? ¿Nada? Ni siquiera mi pulso se dispara ante ese pensamiento.
Intento escuchar a mi alrededor, en vano. O no hay ni el más mínimo sonido o tampoco puedo oír. No sería raro que no pudiese controlar mi oído, como el resto de mis sentidos o cuerpo.
Lagunas mentales anulan mi capacidad de reacción.
Floto entre la nada, sin saber cómo llegué ahí. Pero en mi mente sólo se forma un remolino negro que mezcla mis ideas hasta hacerlas desaparecer y de nuevo; nada.
No sé dónde estoy ni cómo ni cuándo llegué.
Estoy consciente pero no puedo hacer nada.
Pienso, pero no recuerdo.
Entonces vino a mi mente todo lo que dejaba atrás, pues este era mi fin.
Mi ciudad. Mis calles encantadas que me enamoraron. Mi madre. Mi familia. Todo por lo que había luchado en la vida. Por los sueños que morían conmigo sin poderlos cumplir. Las estrellas apagadas que no vi. Las despedidas que jamás me atreví. Los caprichos que nunca me di. Los hijos que no podré tener. A ti. Los besos que te prometí.
De repente abrí mis ojos y me sorprendí frotándolos y limpiándome las lágrimas que de ellos brotaban. Pude mover mis piernas y sentarme. Suspiré, arrastrando mis palabras de alivio.
Pude notar mi mente funcionando a toda velocidad, mostrándome millones de imágenes con total nitidez y borrando el miedo y la tristeza para sustituirlo por alegría y vida. Estaba más vivo que nunca.
No estaba en ningún extraño lugar; era mi cama.
Estaba muy lejos de morir y al fin comprendí.
Todo fue después del último beso y al dormir.
Me quedé vacío al vencerme en sueños.
Sin cuerpo ni alma.
Sin sensaciones ni decisiones.
Vacío.
Porque te lo di todo; todo lo que soy es gracias a ti y te pertenezco.
El fluir... Simplemente es la sensación de quererte
sábado, 31 de enero de 2015
¿Qué soy?
Y lo que el momento me inspiraba era a derramarme en forma de líneas sobre esta página. A desaparecer; quién sabe si para volver o no. Quién sabe si alguno de mis seres cercanos me echarían en falta.
Ya de esta forma no quedaba nada de mi cuerpo, pero sí mi alma. Mi sangre, la tinta.
"Podrás matarme a mi, pero no a mi esencia".
De esta forma, así me encontraba. Ahora acariciando mis letras el interior de tus ojos, atrayendo tu mirada y ésta recorriendo cada rincón de mi cuerpo; de mis párrafos.
En realidad, no sé qué era para lo que estaba inspirado. Sólo quería dejar una mancha, mi marca de haber estado. Pero no sabía cómo. Ni para qué, en verdad. ¿Tanto me dolía el ser olvidado?
Ahora sé que dejaba huella de cualquier forma.
Que cuando el aire corría y oías el viento pulular, era mi voz rozando tus oídos.
La brisa, el frío o el calor que invadía tu cuerpo, eran mis dedos que te acariciaban.
Cuando sentías que alguien te observaba, no era nadie más que yo, con miles de ojos; esas estrellas que no se ven entre esta inmensa luminosidad, pero están. Esa luz de luna que se cuela entre las rendijas de tu persiana, que la notas pero no molesta; esa era mi forma de desearte buenas noches.
Hasta me colaba en tus sueños, era yo el culpable de que despertaras sonriendo aún sin recordar tus sueños.
Podría decirse, de hecho, que yo era los brazos de Morpheo que te acunaban y te llevaban al séptimo sueño.
Yo era esas indicaciones que te decían por dónde avanzar cuando te quedabas perdido.
Era esas ganas que te inundaban de la nada, ese motivo repentino a no abandonar.
Yo en su día fui las lágrimas de felicidad.
La sonrisa de cada día.
Yo he sido tus ganas, tu fuerza, tu fe. Tu lucha eterna.
He sido la victoria para ti.
Pero ahora, qué importa todo lo que fui para ti, si ni siquiera soy para mi mismo.
Sólo importa que estuve y que de esta forma, de alguna manera, dejé mi huella.
martes, 27 de enero de 2015
Me haré el loco al buscarte
Querías alejarte de todo. De la realidad. De tu realidad, más bien.
Todo te molestaba, las cosas no salían a tu gusto, y es normal que te doliese. Aún eres joven como para conformarte siempre con esta injusta vida, y qué otra opción te quedaba, si no huir.
No te culpo.
Tú no quieres ver este mundo en el que te pasas media vida estudiando para el resto de la vida pasártela en la cola del INEM. Tú quieres vivir, salir, bailar. Quieres reír. Quieres querer y que te quieran, no que te rompan el corazón. Quieres un círculo de amistad verdadera, y no muchos "conocidos" y falsos de cara a ti. No quieres peleas en casa, quieres buenas caras y apoyo en tus momentos de bajón. No necesitas gritos. Necesitas abrazos.
Es normal que quisieras huir.
Y así lo hiciste. Huiste.
Huiste sin dejar rastro, sin dejarme ni una mísera pista. Sin mirar atrás, como si tuvieras miedo. Hasta estar segura, alejada, sola. Huiste hasta encerrarte en ti misma.
Pequeña e indefensa. Impenetrable, marcando a fuego en tus muñecas "sin confianza no hay traición". Estando sola, nadie ni nada podría dañarte. Pero nada podría hacerte sonreír, pero tú eso ya no lo veías. Nunca supiste levantar la cabeza y mirar más allá, has sido de necesitar que alguien empuje tu columpio para ver más allá el horizonte.
Tan tímida y callada, tan apartada de todo, pero a la vez, tan enterada estabas.
Siendo tan tú.
Y ahora, sigues escondida. Nadie sabe dónde. Nadie puede encontrarte.
Salvo yo, que siempre he sido bueno al escondite, y sé tu lugar preferido.
Pero no temas, me haré el loco al buscarte.